"Éste es el relato más triste que nunca he oído..."

Ford Madox Ford (El buen soldado)

miércoles, 24 de febrero de 2010

El entorno hostil

En el seno materno estamos despreocupados. Estamos nutridos, cálidos, confortablemente acomodados. En el útero nos encontramos en un entorno perfecto, agradable; que nos aprisiona y que nos libera, que nos desarrolla y nos realiza. Ante todo, en el seno de una madre, mucho antes de nacer, estamos seguros, seguros de todo lo que queda por hacer.

El exterior es lo horroroso, lo que nos aturde, nos constriñe y aprisiona. Un niño, al nacer, llora. Llora ante su inseguridad, ante la contemplación o intuición de tantos peligros externos y extraños. Llora porque ya nadie puede protegerlo, porque acaba de dar con sus volubles huesos en un mundo desconocido que le amenaza de continuo.

Y aún no ha empezado lo peor. Todavía no se ha relacionado con nadie. Todavía no ha tenido que competir por nada. Aún se lo dan todo, pero pronto comenzará a pensar y parece que ante la intuición de un hecho tan complicado, ya necesita dar cuenta de que está ahí, de que existe en ese mundo y que está indefenso para siempre.

Ya no hay vuelta atrás. Ha dejado su entorno natural por un entorno hostil lleno de seres como él. Y ya no podrá volver a sentirse seguro nunca más...

No hay comentarios:

Publicar un comentario