- Póngame medio kilo de razón, pero de la buena, ¿eh?, que la última vez me la diste un poco rebuscadilla y no había manera de entrar a mi hijo en vereda.- Señora, ¿su hijo se llama Ludwig? Ese que al pobre siempre se le ve con un cuaderno bajo el brazo y andando solito calle arriba calle abajo.
- Ese mismo, ay, yo ya no sé que hacer con él. Se pasa el día diciéndome que hablo sin sentido y que no me entiende, menos mal que mi marido es un buen hombre y me comprende siempre, porque ya no sabemos qué hacer con el niño, de verdad.
- ¿Y ha probado usted a dejarlo tranquilo?
- ¿Pero cómo voy a hacer eso? En la sociedad actual permitir que alguien vaya por libre es la defensa de una suerte de neolibertinismo intolerable.
- ¿Por qué es intolerable?
- Porque se promociona un libre pensamiento muy alejado de la conformidad y confortabilidad del respeto comunitario y el derecho inalienable y constitucional del individuo sociópata.
- Señora, ¿acaso no ve usted que su hijo es autista?
- Pues qué razón tiene usted.
- ¿Ve usted como sólo vendo cosas buenas?
Estamos irremediablemente vendidos a la norma,al legalismo formal. Ejercemos la libertad interiormente y ello nos conduce al odio y a la frustación.
ResponderEliminarHe dejado de creer, de orar, de votar. He dejado amistades corrosivas que su proximidad me desasosegaba. He dejado, psicológicamente, abandonado hasta mi propia ciudad a la que no soporto. No soporto a la gente, a esas personas con nombres y apellidos con las que me cruzo a diario y sólo su presencia me estresa.
En fin. Voy a parar aquí.