"Éste es el relato más triste que nunca he oído..."

Ford Madox Ford (El buen soldado)

miércoles, 13 de octubre de 2010

Viaje a Ítaca


Alguien, un nuevo desconocido, sube a su taxi.

- ¿Adónde va? –Le pregunta.

- A ninguna parte.

El conductor no entiende, duda de si está bromeando con él o si es un simple loco confundido entre los mareos de la noche profunda.

- Usted sólo conduzca, ya llegaremos al final del camino en algún momento.

Mecánicamente obedece, arranca y echa a rodar por las sucias calles de la ciudad que dormita bajo un manto de putrefacción. Acelera y las luces a varios metros sobre sus cabezas se suceden fugaces en una línea resplandeciente que señala una dirección única.

- ¿Quiere que gire en algún momento? –Pregunta el taxista confuso.

- Ya ha girado hace rato.

El hombre mira a su alrededor por primera vez desde que el desconocido subió a su vehículo y ve la completa oscuridad rodeando su muerte. Se siente uno mismo fundido con el amasijo de hierros que se han hecho polvo, retorcidos en grotescas figuras, del coche que humea en una explosión de combustible y vapores.

Sin inmutarse, el desconocido pasajero baja del auto en llamas y rápidamente busca otro que pueda acercarlo un poco más a la muerte, a la suya, siempre que le sea posible.

El taxista mira el cuerpo de su pasajero inerte en el suelo y suspira resignado. Arroja la colilla consumida de su cigarrillo a la calzada y la pisa, no quiere que nadie la apague por él.

Un espectador ajeno contempla la escena desde una distancia prudente sin ser descubierto por nadie. Sonríe, cierra los ojos y vuelve sus pasos hacia una historia mejor. La noche está fresca y un abrigo le vendría bien para cubrir el recuerdo de la realidad que ha contemplado y que es incapaz de describir.

Ante algo así, piensa, sólo se puede pedir un taxi y que le conduzca a ninguna parte.

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