"Éste es el relato más triste que nunca he oído..."

Ford Madox Ford (El buen soldado)

jueves, 6 de mayo de 2010

El jardín secreto

El violín de Ingres fue la realidad de Man Ray. No era una mujer, era un instrumento, un poderoso y sonoro instrumento de deseo.

Cada curva de su cuerpo es una brillante pieza de ébano, límpidamente tallada contra la silueta de su música interior. Tocarlo es un placer, un gozo intachable que se adivina entre la luz y la sombra que proyecta en el objetivo de la cámara. El ojo de su autor llora, un amante privado del material de su espíritu.

No es una mujer, es un instrumento volátil que impele a ser tocado, a que le arranquen las mejores notas musicales para las que fue fabricado.


Acariciar cada una de sus curvas es sentirlo, aprehender su suave tacto descarnado. Friccionar el arco contra él, despacio primero, aún más despacio después. Buscar que hable, que corcheas mudas tartamudeen en el espacio infinito y resuenen desde lo más profundo de su aliento. Buscar que hable, buscar que se exprese en un idioma inexistente.

No es un violín. Es el violín más perfecto de todos los violines que no lo son. Es único. Es única.

Su cuerpo de madera necesita ser horadado, agredido hasta que resuene por encima de los cimientos de la creación. Su extensión, su figura, utilizadas hasta el límite de sus posibilidades. Arrancarle un sonido cada vez más agudo que chirría y chirría como si sus cuerdas cedieran bajo las pulsiones que arquean su espalda.

Finalmente el éxtasis roza la exaltación de la música que suena, que se va apagando con el morir de los cuerpos que se destruyen en un apasionado baile astillado. Los cuerpos se rompen y el sonido cesa. El violín de Ingres es un mero objeto demacrado por el uso permitido.

No es una mujer. Es un instrumento.
No es un instrumento, es una fotografía.
No es una fotografía, es un relato.
No es un relato, es la realidad de Man Ray.

No es una realidad, es la cotidianeidad de un jardín olvidado, consumido entre las flores que lo han destruido.
La música de la vida que cede a la vida...
El silencio para siempre apagado...

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