"Éste es el relato más triste que nunca he oído..."

Ford Madox Ford (El buen soldado)

lunes, 31 de octubre de 2011

Moscas rusas III

- Fantástico señores, estamos a punto de descubrir la soledad.

- ¿Y a qué puede verse debido ese descubrimiento? ¿Con ocasión de qué se vincula a ese amor?

La sala quedó vacía, sólo los dos frente a frente. Un diálogo más allá de la coherencia, un diálogo para una sola persona. Uno tras otro, los huéspedes fueron desfilando hacia el final de la sala, apartándose discretamente en dirección al abandono de la existencia del círculo político de la ciudad. Quedaron los comunistas, en una silla de madera un viejo pensador,
en la de metal un nuevo progresista ejecutor.

- Pues sí, caballero, nos hemos quedado solos, nos amamos, como percibo que puede usted declararme.

- Efectivamente, le amo.

La sala quedó vacía, sólo un cuerpo sentado en una incómoda silla metálica y un comunista con un agujero de bala en el pecho tirado en el suelo. La Rusia de compositores, investigadores, revolucionarios y grandes movimientarios había muerto. El Estado de la vieja Unión se disuelve con un disparo de fusil. Dejó el rifle en el suelo, próximo al charco de cálida sangre y continuó hablando del amor en solitario.



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