"Éste es el relato más triste que nunca he oído..."

Ford Madox Ford (El buen soldado)

viernes, 21 de octubre de 2011

La vacuidad de la edad retrospectiva



Ochenta y dos años tiene Alfredo, casi tantos como su vieja casa, como el manzano que su madre plantó en el jardín al nacer él y algunos más que el sillón de escai en el que descansa viendo la televisión encendida.

Las imágenes procedentes de la descodificación de los rayos catódicos son sepultadas bajo la comprensión de su miedo. la angustia por los miles de muertos que el noticiario informa que esta madrugada han amanecido en la lejana ciudad de Trípoli no es tan grande como la molestia que le produce en la vista la avalancha de imágenes con las que bombardean su sistema nervioso.

Ese mundo le resulta totalmente extraño y ajeno. Dos días atrás le llegó la noticia de que Gregorio había muerto de un infarto. Lo primero que pensó es que estamos en la era de los infartos, lo pensó como algo normal, como que están de moda, no le sorprendió. Después recordó los setenta y seis años de amigo que habían dejado de contar. Poco más tarde revisó la diferencia de edad y se asustó soberanamente.

Alfredo tiene casi tantos años como su padre cuando lo dejó, algunos más que su viejo amigo Gregorio y bastantes menos que el conjunto de años sumados de todos los cadáveres de la crónica televisiva diaria.

¡Qué cerca estuvo la guadaña!

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