Hablando de leggings, esa horrorosa prenda femenina que tan de moda se pone por épocas según les dé por buscar la comodidad y dejar un poco atrás los clichés estéticos de la época vigente.
Piensen señoras, durante un momento, en sus amantes, en lo mal que lo deben pasar cuando van a echar mano de sus hermosas piernas y descubran un duro velo de nylon inquebrantable recubriéndolas. ¿Y bien? Es muy cómodo para ustedes, pero un completo engorro para ellos, sobre todo en momentos de pasión.
Qué cruel ese momento en el que no se sabe demasiado bien dónde tocar ni cuándo tragar saliva, en el que se comienza con el despropósito de deslizar una mano por debajo de la falda, puesto que hacerlo directamente por debajo de la braguita supone un acto de violencia sobre la propia mano o incluso el rostro. Qué cruel, decía, el llegar allí y toparse con una barrera sólo franqueable a los más hábiles y libidinosos, pues no hay cosa más complicada que hacer al lado un legging y proseguir con la tarea. Es, cuanto menos, desesperante.
Y no hablemos ya de lo antiestéticos que son; prevalece la comodidad a la hermosura del cuerpo desnudo insinuado e insinuante. No son bonitos: unas medias son bonitas; sujetas con un liguero son hasta eróticas; unos malditos leotardos no tienen nada de especial.
En definitiva, señoras, que si esa prenda tan odiosa se considerase un tributo a los atributos femeninos, van ustedes por el buen camino de librarse de una sociedad machista a costa de unos argumentos muy... leggings.
Piensen señoras, durante un momento, en sus amantes, en lo mal que lo deben pasar cuando van a echar mano de sus hermosas piernas y descubran un duro velo de nylon inquebrantable recubriéndolas. ¿Y bien? Es muy cómodo para ustedes, pero un completo engorro para ellos, sobre todo en momentos de pasión.
Qué cruel ese momento en el que no se sabe demasiado bien dónde tocar ni cuándo tragar saliva, en el que se comienza con el despropósito de deslizar una mano por debajo de la falda, puesto que hacerlo directamente por debajo de la braguita supone un acto de violencia sobre la propia mano o incluso el rostro. Qué cruel, decía, el llegar allí y toparse con una barrera sólo franqueable a los más hábiles y libidinosos, pues no hay cosa más complicada que hacer al lado un legging y proseguir con la tarea. Es, cuanto menos, desesperante.
Y no hablemos ya de lo antiestéticos que son; prevalece la comodidad a la hermosura del cuerpo desnudo insinuado e insinuante. No son bonitos: unas medias son bonitas; sujetas con un liguero son hasta eróticas; unos malditos leotardos no tienen nada de especial.
En definitiva, señoras, que si esa prenda tan odiosa se considerase un tributo a los atributos femeninos, van ustedes por el buen camino de librarse de una sociedad machista a costa de unos argumentos muy... leggings.
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ResponderEliminarproblemas de afecto, o solo con el genero femenino, tus ultimas publicaciones, dejan entre ver un poco de resquemor hacia el genero...........
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ResponderEliminarMujeres del mundo! dejad vuestra comodidad al margen! Que los hombres a los que nos debemos como objetos sexuales son incapaces de bajar unos leggins... ¬¬
ResponderEliminarPD: yo quiero ver lo que djio JJ :P
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ResponderEliminar¡Ogh! Excesivo, mi querida Psique. No me estoy refiriendo a un machismo que no defiendo, sino que replico contra un feminismo que tampoco entiendo. Aunque claro, sí que entiendo que no soy precisamente sutil en mis entradas habituales acerca del género... del que por cierto, cada día estoy más enamorado.
ResponderEliminarPD: Gracias por las interesantes aportaciones, pero al igual que no reveláis la identidad de nuestra Psique, me permito el lujo de eliminar todo posible vestigio de un personajillo diferente al que aquí publica y que, al parecer, se hace llamar a sí mismo Rudolf.
Beso.
Pues mira tú por dónde. Yo sí le doy la razón a Rudolf.
ResponderEliminarPor cierto esa foto de la derecha, señor de negro con las manos atrás y el perrillo delante, a la derecha, la había visto ya en un bllog del chileno JORGE MUZAM.
Tu blog es más que interesante amigo y frustro filósofo. Pero díme, ¿quién no se frustra siendo siempre niño?
Rectifíco: en vez de frustro he querido escribir frustrado.
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